dilluns, 4 de juny del 2012

Sobre los recortes en educación



En los últimos meses recibimos muchas noticias sobre recortes y medidas para frenar la crisis por parte del gobierno de España. Primero recortaron en sanidad, ahora en educación. Los estudiantes y docentes se manifiestan contra estas medidas y la única respuesta que obtienen es un goteo de malas noticias que a su vez reciben como respuesta más protestas y más manifestaciones. Las acciones emprendidas hasta el momento por los estudiantes no afectan al gobierno sino al resto de la sociedad: Cortar carreteras perjudica a aquellos que todavía trabajan, dentro de poco una minoría; hacer huelga en la universidad perjudica a los estudiantes; manifestarse permite que cuatro descerebrados quemen contenedores y rompan aparadores y perjudica al turismo que, hoy por hoy, es uno de los pocos factores económicos que aún nos salva de la ruina absoluta.

La cuestión debería ser perjudicar a los que quieren exprimirnos, los que han empobrecido al país engañando a los ciudadanos y enriqueciéndose a costa del dinero público. Los que pretenden cribar a la sociedad y dividirla entre las élites que pueden pagar y el resto, destinado a ser carne de cañón del canibalismo salvaje de este sistema económico.

¿Qué hacer, entonces? Nada, queridos estudiantes, no deberíais hacer nada más que terminar el curso con los resultados más altos que vuestro esfuerzo os permita alcanzar. Callar, hacer creer a este infame ministro de adoctrinamiento que los estudiantes estáis lobotomizados, que os ha vencido el desanimo, que no sabéis qué hacer. Y cuando llegue la hora de la matrícula, no pagar. Poned en acción la ley de la oferta y la demanda: si os ofrecen abuso, ¡rechazadlo!

Decid que no, que el futuro del país no se paga con esta moneda, que la educación de esta generación que heredará el desastre no es un artículo de lujo, que la viabilidad económica de la universidad es posible si la austeridad se aplica a los gastos que sí son recortables.

Decid que no: cuando llegue el momento de matricularos seguid todos los pasos necesarios, dejad bien claro que queréis estudiar. Y cuando llegue la hora de pagar, no paguéis. Después podéis ocupar los campus, las bibliotecas e incluso las aulas, si queréis. Todos con un libro en la mano, para pasar el rato de manera productiva hasta que llegue el anuncio de la reducción de tasas en escuelas, institutos e universidades a un nivel asumible para todo aquél con capacidad de formarse y contribuir a hacer un país más limpio, más justo y más prospero. Si ellos no tienen cabeza, sorprendedles, vosotros sí.

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