dimecres, 5 de novembre del 2008

Discurso del Presidente Electo Obama, Grant Park, Chicago, 4 Nov. 2008



Obama:

Hola, Chicago.

Si hay alguien ahí fuera que todavía duda de que America es un lugar en el que todas las cosas son posibles, que todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores está vivo en nuestro tiempo, que todavia cuestiona el poder de nuestra democracia, esta noche es vuestra respuesta.

Es la respuesta contada por colas que rodearon escuelas e iglesias en números que esta nación nunca ha visto, por gente que esperó tres horas, cuatro horas, muchos por primera vez en su vida, porque creyeron que esta vez tiene que ser diferente, que sus voces podían ser esa diferencia.

Es la respuesta dada por jóvenes y viejos, ricos y pobres, Demócratas y Republicanos, negros, blancos, hispanos, asiáticos, nativos americanos, gays, heteros, minúsvalidos y no minusválidos. Americanos que enviaron un mensaje al mundo de que nunca hemos sido una colección de individuos o una colección de estados rojos y estados azules.

Nosotros somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de America.

Es la respuesta que llevó a aquellos a los que tantos durante tanto tiempo les dijeron que fuesen temerosos, y que dudasen de lo que podemos conseguir para poner sus manos en el arco de la historia y doblarlo una vez más hacia la esperanza de un día mejor.

Ha tardado mucho en llegar, pero esta noche, por lo que hemos hecho en esta fecha, en esta elección, en este momento decisivo, el cambio ha llegado a America.

Hace poco, esta noche, he recibido una extraordinariamente cortés llamada del Senador McCain.

El Senador McCain luchó largo y duro en esta campaña. Y ha luchado aún más tiempo y más duro para el país que ama. Ha soportado sacrificios por America que la mayoría de nosotros no podemos ni empezar a imaginar. Estamos mejor por el servicio prestado por este valiente y desinteresado líder.

Le felicito, felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han conseguido. Y estoy deseando trabajar con ellos para renovar esta promesa a la nación en los meses venideros.

Quiero dar las gracias a mi partner en este viaje, un hombre que hizo campaña desde su corazón, y habló por los hombres y las mujeres con las que creció en las calles de Scranton, y fueron en el tren a casa en Delaware, el vice presidente-electo de los Estados Unidos, Joe Biden.

Y no estaría aquí esta noche sin el apoyo implacable de mi mejor amiga en los últimos 16 años, la roca de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama.

Sasha y Malia, os quiero a ambas más de lo que podéis imaginar. Y os habeis ganado el nuevo cachorro que vendrá con nosotros a la Casa Blanca.

Y mientras ya no está con nosotros, sé que mi abuela nos mira, con la familia que hizo de mi lo que soy. Les echo de menos esta noche. Sé que mi deuda con ellos está más allá de lo mensurable.

A mi hermana Maya, mi hermana Alma, todos mis hermanos y hermanas, muchas gracias por todo el apoyo que me habeis dado. Les estoy agradecido.

Y a mi manager de campaña, David Plouffe, el héroe no cantado de esta campaña, que creó la mejor, la mejor campaña política, creo, en la historia de los Estados Unidos de America.

A mi estratega jefe David Axelrod, que ha sido un compañero conmigo en cada paso del camino.

Al mejor equipo de campaña jamás juntado en la historia de la política, vosotros hicisteis que esto ocurra, y os estoy agradecido para siempre por lo que habeis sacrificado para conseguirlo.

Pero sobre todo, nunca olvidaré a quién verdaderamente pertenece esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.

Nunca fuí el candidato más probable para este puesto. No empezamos con mucho dinero o muchos refrendos. Nuestra campaña no se incubó en los pasillos de Washington. Empezó en los patios traseros de Des Moines, y las salas de estar de Concord, y en los porches de Charleston. Fue construida por hombres y mujeres trabajadores, que dieron de los pocos ahorros que tenían $5, y $10, y $20 para la causa.

Cogió fuerza de la gente joven que rehusó el mito de la apatía de su generación, que dejaron a sus familias y sus casas por empleos que ofrecían poco pago y menos sueño.

Cogió fuerza de la gente no-tan-joven, que se enfrentaron al frío y al calor para llamar a las puertas de desconocidos, y de los millones de americanos que que se ofrecieron voluntarios, y se organizaron, y probaron que más de dos siglos más tarde, un gobierno de la gente, por la gente, y para la gente, no ha perecido en la tierra.

Esta es vuestra victoria.

Y sé que no hicisteis esto sólo para ganar una elección. Y sé que no lo habéis hecho por mi.

Lo habeis hecho porque comprendeis la enormidad de la tarea que tenemos delante. Pues aún cuando esta noche celebramos, sabemos que los retos que traerá mañana son los más grandes de nuestra vida -- dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera en un siglo.

Mientras estamos aqui esta noche, sabemos que hay americanos valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para arriesgar sus vidas por nosotros.

Hay madres y padres que se quedan despiertos después de que sus hijos se duerman y se preguntan cómo lo harán para pagar la hipoteca, o las facturas de su médico, o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos.

Hay nueva energía que utilizar, nuevos empleos que crear, nuevas escuelas que construir, y amenazas que afrontar, alianzas que reparar.

El camino será largo. Nuestra ascensión será empinada. Puede que no lleguemos en un año o incluso una legislatura. Pero, America, nunca he tenido tanta esperanza de que llegaremos como tengo esta noche.

Os lo prometo, nosotros como pueblo llegaremos ahí.

Habrá retrocesos y falsos comienzos. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política que yo haga como presidente. Y sabemos que el gobierno no puede resolver todos los problemas.

Pero siempre seré honesto con vosotros sobre los retos a los que nos enfrentamos. Os escucharé, especialmente cuando no estemos de acuerdo. Y, sobre todo, os pediré que os unáis al trabajo de rehacer esta nación, de la única forma en que se ha hecho en America durante 221 años --bloque a bloque, ladrillo a ladrillo, de mano encallecida a mano encallecida.

Lo que empezó hace 21 meses en lo profundo del invierno no puede terminar en esta noche de otoño.

La victoria no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad que nos da de hacer ese cambio. Y eso no puede pasar si volvemos a las cosas como eran.

No puede ocurrir sin vosotros, sin un nuevo espíritu de servicio, un nuevo espíritu de sacrificio.
Convoquemos un nuevo espíritu de patriotismo, de responsabilidad, donde cada uno de nosotros tome la decisión de arrimar el hombro y trabajar más duro, y cuidarnos no sólo de nosotros mismos, sino de los demás.

Recordemos que si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no podemos tener un Wall Street boyante mientras Main Street (la gente de la calle) sufre.

En este país, ascendemos y caemos como una nación, como un pueblo. Resistamos la tentación de caer de nuevo en el mismo partidismo, mezquindad e inmadurez que ha envenenado nuestra política durante tanto tiempo.

Recordemos que fue un hombre de este estado el que llevó por primera vez la bandera del partido republicano a la Casa Blanca, un partido fundado en los valores de independencia, libertad individual y unidad nacional.

Esos son los valores que todos compartimos. Y mientras el partido demócrata ha ganado una gran victoria esta noche, lo hacemos con una medida de humildad y determinación de curar las divisiones que han frenado nuestro progreso.

Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos, sino amigos. Aunque la pasión puede haber perjudicado, no debe romper nuestros lazos de afecto.

Y a aquellos americanos cuyo apoyo aún debo ganar, puede que no haya ganado vuestro voto esta noche, pero oigo vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré también vuestro presidente.

Y a todos aquellos viéndonos esta noche desde más allá de nuestras costas, desde parlamentos a palacios, a aquellos que están alrededor de radios en los confines olvidados del mundo, nuestras historias son singulares, pero nuestro destino es compartido, y un nuevo amanecer de liderazgo americano ha llegado.

A aquellos --a aquellos que querrían destruir el mundo: Os derrotaremos. A aquellos que buscan paz y seguridad: Os apoyamos. Y a todos aquellos que se han preguntado si la antorcha americana todavía brilla: Esta noche hemos demostrado una vez más que la verdadera fuerza de nuestra nación no viene de la fuerza de nuestras armas o la escala de nuestra riqueza, sino del perdurable poder de nuestros ideales: democracia, libertad, oportunidad y esperanza inamovible.

Ese es el verdadero genio de America: que America puede cambiar. Nuestra unión puede ser perfeccionada. Lo que ya hemos conseguido nos da esperanza para lo que podemos y debemos conseguir mañana.

Esta elección ha tenido muchas "primeras veces" y muchas historias que serán contadas durante generaciones. Pero la que está en mi mente esta noche es sobre una mujer que entregó su voto en Atlanta. Se parece mucho a los otros millones que hicieron cola para hacer oír su voz en esta elección, excepto por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.

Nació una generación después de la esclavitud; un tiempo en que no había coches en la carretera, ni aviones en el cielo; cuando alguien como ella no podía votar por dos razones -- porque era una mujer y por el color de su piel.

Y esta noche, pienso en todo lo que ha visto en su centuria en America --el dolor y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces en que se nos dijo que no podíamos, y la gente que insistió en ese credo americano: Sí, podemos.

En un tiempo en que las voces de las mujeres eran silenciadas y sus esperanzas desestimadas, vivió para verlas levantarse y hablar, y alcanzar el voto. Sí podemos.

Cuando había desesperación en las grandes sequías y depresión en el país, ella vió a una nación conquistar el miedo con un New Deal, nuevos empleos, un nuevo sentido de propósito común. Sí podemos.

Cuando las bombas cayeron en nuestro puerto y la tiranía amenazaba al mundo, estaba ahí para ser testigo de una generación que se alzó hasta la grandeza y una democracia fue salvada. Sí podemos.

Estaba allí por los autobuses en Montgomery, las mangueras en Birmingham, un puente en Selma, y un predicador de Atlanta que le dijo a la gente que "We Shall Overcome", (Venceremos). Sí podemos.

Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlin, un mundo fue conectado por nuestra propia ciencia e imaginación.

Y este año, en esta elección, puso su dedo en una pantalla, y depositó su voto, porque después de 106 años en America, a través de los mejores tiempos y de las horas más oscuras, ella sabe que America puede cambiar.

Sí podemos.

America, hemos llegado hasta aquí. Hemos visto tanto. Pero hay mucho más que hacer. Así que esta noche, vamos a preguntarnos -- si nuestros niños viviesen para ver el próximo siglo, si mis hijas tuvieran la suerte de vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿qué progreso habremos hecho?

Esta es nuestra oportunidad de responder a esa llamada. Este es nuestro momento.

Este es nuestro tiempo, de poner a la gente a trabajar de nuevo y abrir puertas de oportunidad para nuestros hijos; de restaurar la prosperidad y promocionar la causa de la paz; de reclamar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, entre muchos, somos uno; que mientras respiramos, tenemos esperanza. Y donde seamos recibidos con cinismo y dudas, y aquellos que nos dicen que no podemos, les responderemos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí, podemos.

Gracias. Que Dios os bendiga. Y quiera Dios bendecir a los Estados Unidos de America.

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